(por causas del todo ajenas a la redacción de VD y muy relacionadas con una paella cocinada por Herr H.N. cuya sobremesa se prolongó muy agradablemente hasta altas horas de la madrugada, ayer no se pudo publicar este post; pasamos a subsanar el retraso y conservamos la fecha de la entrada)
15 de Mayo.- En esta vida hay picos de júbilo. Varios de los míos están relacionados con la televisión. Con aquellos tiempos anteriores al VHS cuando todos los episodios eran únicos y la adrenalina subía una vez a la semana al sonar la sintonía de tu serie favorita.
La mía fue, durante mucho tiempo “Luz de Luna” (Moonlightning). Se emitió en 1987 en TVE, primero los domingos por la segunda cadena –supongo que para ofrecer a la vida inteligente que aún quedara en el país algo más que fúmbol- y luego los jueves por la noche, después del telediario.
Cuando la cálida voz de Al Jarreau interpretaba la elegante canción que aún siguen pinchando de vez en cuando en la radio austriaca, el corazón se me subía a la garganta y sentía un hormigueo en la palma de las manos parecido al que años después, perdida la inocencia, asocié a mis amores de adolescente.
Recuerdo el episodio piloto de Luz de Luna como una de las horas y medias más felices de mi vida.Por eso había vacilado mucho antes de comprarme la serie en DVD. Muchas cosas que nos entusiasmaron durante la era Reagan/Bush senior, hoy nos producen la ternura de los trabajos manuales que hacíamos en las clases de pretecnología. Cosas torpecillas, que sólo tienen el encanto de traernos a la memoria lo que alguna vez fuimos: niños con los dedos llenos de pegamento Imedio.
Pero el miércoles, tras pensármelo tres veces, decidí pagar los 25 euros que costaba el pack. Di mi clase de español, llegué a casa, desempaqueté la cosa, metí el disco en el reproductor y comrpobé con alivio que, salvo algunas cuestiones técnicas menores (luces, una cierta igualdad física de todos los actores secundarios) el episodio piloto de Luz de Luna sigue siendo, en mi opinión, el mejor de la historia de la tele. Es una película de una hora imedia, en realidad. Con un excelente guión y dos actores (Willis y Shepperd) en estado de gracia. Los dos rezuman tensión sexual que se enraiza en las fibras más inteligentes del humor. La realización es elegante y completamente clásica. Los guiones brillantísimos.
Con los años, a mi disfrute se han añadido otros dos factores llamemosles adultos: en primer lugar, el de poder escuchar las voces originales de los actores (en español, Bruce Willis fue doblado por Ramón Langa, que hizo su fortuna con ello; y Cybil Shepperd por Gloria Cámara, que también dobló, por ejemplo, a Connie Selleca en la serie Hotel). Pues bien: mi sorpresa fue que Cybil Shepperd tiene una voz preciosa, superdulce, femenina y muy sexy (la de Gloria Cámara tampoco está mal, pero no es lo mismo; por ejemplo, la artificial perfección del doblaje anula los matices superpijos, tiernamente pijos, que Shepperd da a su interpretación).
También, el hecho de haber construido yo ficciones de mayor, me ha permitido ver que el guión de Luz de Luna tiene todos los trucos de siempre, pero empleados de manera novedosa y rabiosamente elegante. Citando al Salieri de Amadeus: si se toca una frase, el equilibrio sufre sensiblemente. Si se mueve una escena, la estructura se desmorona como un castillo de naipes. En el episodio piloto, por ejemplo, la presentación de los personajes es, sencillamente, modélica. La manera tan sencilla, tan inteligente y tan rápida en que el personaje de Bruce Willis se da a conocer, sin parar en ningún momento el curso de los acontecimientos es, simplemente, abracadabrante.
Soy consciente de que estos detalles sólo le interesarán a quienes, como yo, hayan intentado alguna vez escribir un diálogo entre dos personajes. Sin embargo, lo que le interesará a todo el mundo es esto: al volver a ver Luz de Luna volví a sentir en mí esa alegría que sólo se siente la primera vez.
La mía fue, durante mucho tiempo “Luz de Luna” (Moonlightning). Se emitió en 1987 en TVE, primero los domingos por la segunda cadena –supongo que para ofrecer a la vida inteligente que aún quedara en el país algo más que fúmbol- y luego los jueves por la noche, después del telediario.
Cuando la cálida voz de Al Jarreau interpretaba la elegante canción que aún siguen pinchando de vez en cuando en la radio austriaca, el corazón se me subía a la garganta y sentía un hormigueo en la palma de las manos parecido al que años después, perdida la inocencia, asocié a mis amores de adolescente.
Recuerdo el episodio piloto de Luz de Luna como una de las horas y medias más felices de mi vida.Por eso había vacilado mucho antes de comprarme la serie en DVD. Muchas cosas que nos entusiasmaron durante la era Reagan/Bush senior, hoy nos producen la ternura de los trabajos manuales que hacíamos en las clases de pretecnología. Cosas torpecillas, que sólo tienen el encanto de traernos a la memoria lo que alguna vez fuimos: niños con los dedos llenos de pegamento Imedio.
Pero el miércoles, tras pensármelo tres veces, decidí pagar los 25 euros que costaba el pack. Di mi clase de español, llegué a casa, desempaqueté la cosa, metí el disco en el reproductor y comrpobé con alivio que, salvo algunas cuestiones técnicas menores (luces, una cierta igualdad física de todos los actores secundarios) el episodio piloto de Luz de Luna sigue siendo, en mi opinión, el mejor de la historia de la tele. Es una película de una hora imedia, en realidad. Con un excelente guión y dos actores (Willis y Shepperd) en estado de gracia. Los dos rezuman tensión sexual que se enraiza en las fibras más inteligentes del humor. La realización es elegante y completamente clásica. Los guiones brillantísimos.
Con los años, a mi disfrute se han añadido otros dos factores llamemosles adultos: en primer lugar, el de poder escuchar las voces originales de los actores (en español, Bruce Willis fue doblado por Ramón Langa, que hizo su fortuna con ello; y Cybil Shepperd por Gloria Cámara, que también dobló, por ejemplo, a Connie Selleca en la serie Hotel). Pues bien: mi sorpresa fue que Cybil Shepperd tiene una voz preciosa, superdulce, femenina y muy sexy (la de Gloria Cámara tampoco está mal, pero no es lo mismo; por ejemplo, la artificial perfección del doblaje anula los matices superpijos, tiernamente pijos, que Shepperd da a su interpretación).
También, el hecho de haber construido yo ficciones de mayor, me ha permitido ver que el guión de Luz de Luna tiene todos los trucos de siempre, pero empleados de manera novedosa y rabiosamente elegante. Citando al Salieri de Amadeus: si se toca una frase, el equilibrio sufre sensiblemente. Si se mueve una escena, la estructura se desmorona como un castillo de naipes. En el episodio piloto, por ejemplo, la presentación de los personajes es, sencillamente, modélica. La manera tan sencilla, tan inteligente y tan rápida en que el personaje de Bruce Willis se da a conocer, sin parar en ningún momento el curso de los acontecimientos es, simplemente, abracadabrante.
Soy consciente de que estos detalles sólo le interesarán a quienes, como yo, hayan intentado alguna vez escribir un diálogo entre dos personajes. Sin embargo, lo que le interesará a todo el mundo es esto: al volver a ver Luz de Luna volví a sentir en mí esa alegría que sólo se siente la primera vez.
6 comentarios:
Hola!
Yo también veía Luz de luna! Disfrutaba mucho con cada capítulo, pero ahora mismo no tendría la sensación de que era tan buena. Simplemente, disfrutaba con ella. A mí me da miedo volver a ver series que me han hecho disfrutar, precisamente por lo que tú comentas. Creo que ésta la dejaré de momento aparcada. A mí me encantaba el personaje de Agnes Topisto.
saludos.
Paco, no he intentado escribir nunca un diálogo como dices, pero me ha encantado leer todos esos detalles de los que hablas, recordar Luz de Luna (un suspiro me ha salido al recordar Hotel, una serie que había olvidado completamente pero que me ha venido en imágenes en cuanto lo he leído, curioso), y me han entrado unas ganas tremendas de conseguir la serie y escucharla por primera vez en original. En fin, que ya estoy a la espera de que vuelvas a caer en la tienda de DVD! Un abrazo :-D
Hola a las dos!
Gracias por vuestros comentarios.
A Te de Llimona: el personaje de Topisto (Agnes Dipesto en la versión original) es muy bonito. Yo me he llevado decepciones como Remington Steele o Dallas, que vistas hoy no pueden competir con las series actuales. Per Luz de Luna ha envejecido muy bien porque yo creo que era una serie que, en muchas cosas, se adelantaba a su tiempo. En cualquier caso, hay pocas cosas que puedan competir con un buen recuerdo. Eso también es verdad.
A Noema: !Ay, el hotel Saint Gregory! Con esa Connie Selleca que inventó el pelo Pantoja en los Estados Unidos, con ese James Brolin (padre de Josh: por cierto, es la misma relación que entre Eloy Arenas y Eloy Azorín; la genética tiene misterios que la razón no entiende). La primera directora del St Gregory (creo que solo el episodio piloto) fue Bette Davis -la pobre no tenía un duro y tenía que hacer aquellas cosas- pero luego fue Anne Baxter y la recepcionista era Shari Belafonte (hija de Harry). Es raro porque Hotel no la han reeditado en DVD.
Saludetes :-)
Aunque más moderna yo me quedo con "Doctor en Alaska". ¡Ay, esos diálogos!
Yo también había olvidado la serie "Hotel" pero me ha pasado lo mismo que a Noema. ¿Serán los años?
Hay pocas series de las que guarde un maravilloso recuerdo que, después, al verlas de adulto me causen la misma sensación.
No sé si Luz de luna causaría este efecto, aunque también he de decir que el recuerdo que tengo es fantástico, especialmente las escenas en el coche.
He de decir que la única serie que me ha generado una sensación igual a la que cuando la veía de pequeño. Ha sido El Coche Fantástico. Kitt me encanta, y siempre lo hará.
Un saludo.
P.D.: Ya hace días que no comentaba nada por aquí...
Hola otra vez: y gracias de nuevo por vuestros comentarios.
A Maria:es curioso pero yo nunca he visto Doctor en Alaska, así que no puedo hablar. Y de Hotel...Había un par de series por ahí...Yo recuerdo una miniserie inglesa, que no he podido encontrar por ahí, que se llamaba "Goliat está esperando". Era de una gente que quedaba atrapada en un transatlántico hundido durante la segunda guerra mundial. Me parecía un argumento superinteresante.
A Jorge: a mí, de El Coche Fantástico, me gustaban los episodios en que tiraban el coche a un tanque de ácido y luego lo reconstruían completamente. O las mecánicas que lo arreglaban. Esas mujeres todo el día metidas entre carburadores y que siempre estaban impolutas. Molaba mogollón. O Devon, que era una copia de todo a cien de Michael Caine. Yo no he vuelto a ver El coche fantastico desde los noventa, cuando lo ponía Antena 3. No sé qué tal me parecería ahora...
Y tienes razón: en Luz de Luna las escenas de coche son fantásticas. Yo supongo que todos los diálogos estarían escritos, pero es que parece que improvisaban.
Saludos.
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