Liándose la manta a la cabeza

El actor alemán Til Schweiger

18 de Octubre.- Soy una persona de natural intelectualmente inquieto. Desde que era pequeño, encuentro un placer cosquilleante en aprender cosas que no sabía, en dominar los mecanismos que hacen funcionar lo que veo a mi alrededor. El otro día, en casa de mis alumnos, al hilo de esa noticia que decía que una millonaria rusa había alquilado a Til Schweiger para su hija, hablábamos de lo que haríamos si tuviéramos tanto dinero. En mi caso, hay pocas personas a las que invitaría a mi mansión, pero sí que tengo claro que compraría tiempo para aprender.


Este blog, por ejemplo, me ha dado muchas oportunidades para aprender sobre cosas sobre las que nunca hubiera soñado investigar. Generalmente, esas ocasiones han sido sobre todo momentos para la humildad. Pasa siempre. Uno se enfrenta a la enormidad de su ignorancia y, con ello, crece el deseo de aprender. Yo siempre digo que aquellos que no tienen curiosidad están muertos. Aunque no lo sepan.

Digo todo esto porque, a pesar de lo que puedan sugerir los últimos posts de Viena Directo –algo sombríos, lo sé- me encuentro en un estado de enorme efervescencia intelectual sobre cuyas causas, de momento, creo que es mejor que no revele nada. Si la cosa va bien, se sabrá. Si no, todo se quedará, como muchas a lo largo de mi vida, en un conjunto de saberes que estarán ahí, esperando el día en que puedan revelar su utilidad.

Lo que voy a decir ahora sonará raro (lo es: o, por lo menos, a mí me lo parece) pero durante estos días acopiando conocimientos sobre materias variadas, me ha dado por pensar que es muy poco probable que me hubiera metido en según qué averiguaciones de haber seguido viviendo en España. Quizá porque, cuando uno vive en el sitio en el que ha nacido, inconscientemente, está más apegado a los senderos más transitados. Viajar, no sólo libera del nacionalismo (o debería, a pesar de que hay gente tediosamente inmune a este antídoto contra una enfermedad tan infantil) sino que, sobre todo, abre las puertas de la imaginación.

Durante estos años he observado, además, que los austriacos son en general mucho más propensos que los españoles a meterse a encarar nuevos proyectos con un ánimo mucho más optimista que los celtíberos.Los españoles, en general, somos de natural pesimista. Es más, los españoles somos de natural absurdamente pesimista. Y a mí me ha dado por pensar que este pesimismo viene, sobre todo, de que tenemos mucho miedo del qué dirán.

Por ejemplo. En general, en Austria, el que un indivíduo se lance a trabajar por cuenta propia tiene, en general, buena prensa. Los emprendedores, como se llama ahora a los que se buscan jornadas de trabajo de catorce horas, tienen en general buena fama. Si, al cabo de un año o dos, el emprendedor se ve obligado a cerrar la empresa sus conocidos no le miran con superioridad ni amargo sarcasmo, ni piensan para sus adentros que eso le pasa por querer picar más alto de lo que le corresponde –reacción muy propia de las Españas- sino que se limitan a encogerse de hombros. Una reacción, si bien se mira, algo paradójica en un pueblo que, ante todo, admira a aquellos que no se salen de la fila.
    


3 comentarios:

The Intercultural Kitchen dijo...

Últimamente, y a causa de una inquietud personal que me trae removiendo ideas y proyectos, pensaba yo que los alemanes, a pesar de llevar en la frente el sello estereotipado de la rigidez, la estricta planificación, la rigurosidad, etc., etc., son más flexibles que los españoles, al menos para, en mi opición, las cosas importantes de la vida. Y el resto de cosas que me andaban pasando por la cabeza las has puesto tú aquí en palabras.
PD (ultra-intelectual): Hombre, si me regalan al Til Schweiger para un capricho, würde ich nicht von der Bettkante schubsen ;-)

Anónimo dijo...

Paco, crees que la millonaria rusa pudiera adoptarnos con hijos. Yo no sería una hija caprichosa, con que me pagara un par de viajecitos al año, me conformo.
Yo compraría tiempo para viajar
un besote, nuria

Paco Bernal dijo...

Hola:

Muchas gracias por vuestros comentarios.

A Noema: Yo he pensado exactamente igual y es que yo pienso que los celtíberos somos demasiado pesimistas muchas veces. Siempre pensamos que las cosas van a salir mal. De lo de Til Schweiger, la verdad es que creo que un noventa por ciento de mujeres y, por lo menos, el diez por ciento de los hombres, estarían absolutamente de acuerdo contigo :-)

A Nuria: la millonaria no sé si tiene en proyecto alguna ONG pero oye, todo es proponerselo, que estos rusos forraos seguro que necesitan desgravarse cosas jajaja.

Besos a las dos