(28 de Enero) En las noticias de Antena 3, el locutor, con voz neutra, explica que Gran Canaria está capeando (mal) la depresión que tiene hundido en la miseria a gran parte del Estado a base de dirigirse al público gay. Cualquiera que tenga ojos en la cara puede darse cuenta de que las Islas Afortunadas son la parte de España más tolerante con la homosexualidad y todo cuanto la rodea. Aunque tolerancia no creo que sea la palabra más exacta. A los canarios les gusta lo gay, lo celebran y se acercan a los homosexuales sin prejuicios de ninguna clase.
La playa del Inglés, lugar donde vivo, no es una excepción, y la bandera del arcoíris ondea por doquier. Es un núcleo urbano organizado en torno a tres centros comerciales. El más grande y animado se llama Yumbo y es una especie de zoco gigante en donde uno puede gastarse los ahorros de una vida en cachivaches que no volverá a necesitar en cuanto vuelva a poner el pie en su domicilio habitual.
El Yumbo Center está organizado en forma de terrazas. El nivel inferior lo ocupan no menos de veinte bares y discotecas repartidos por nacionalidades y preferencias. El lugar favorito de los británicos es un pequeño bar que ofrece un espectáculo de drag queens en el que las canciones de Shirley Bassey son les piéces de resistance. La drag presentadora, un pizpireto cincuentón de Sheffield, pregunta cada cierto tiempo de dónde vienen los clientes. Este de las Midlands, aquella de Gales. Y así, como dijo el castizo, sucesivamente. Los rubicundos matrimonios británicos que desean catar algo de la fruta prohibida, se dejan meter mano por heróicos prejubilados con peluca rubia y carnes enfajadas en maillots de color fuxia fosforito. No faltan esas medias que, cuando yo hacía teatro, llamábamos “de coja” por ser las que usan las señoras mayores con problemas circulatorios y también las vedettes que quieren disimular la progresiva tendencia del muslamen a seguir la ley implacable de la gravedad.
La tropa alemana se concentra en un bar frecuentado, sobre todo, por caballeros que vieron el estreno de “El Angel Azul”. El garito tiene dos partes: una que da a la calle en la que los joviales octogenarios charlan con sus amigos si van acompañados o tratan de ligar con otros caballeros septuagenarios si es que la vida les ha pillado en el trance de terminar en este bar sin perrito que les ladre.
En la parte más abrigada del local, bailotean agarrado las parejas de señores al ritmo de DJ Ötzi o de Semino Rossi, con la misma marcha, un poco compulsiva, que en cualquier baile de viejos españoles del IMSERSO. Resulta curioso y vagamente enternecedor darse cuenta de que, para los gays teutones, hay vida después del punto en que resulta imposible mantener un cuerpo juncal y unos abdominales a prueba de bomba de neutrones.
Atiende las mesas un camarero que podría ser el nieto de cualquiera de los presentes. Es guapo, veinteañero y lleva unos vaqueros diseñados para que los parroquianos sublimen sus ganas de repetir la jugada de “La muerte en Venecia” y se pongan morados de bebidas alcohólicas. Nuestro amigo, se deja querer.
Gusta mirarle trajinar entre las mesas, charlando con los viejos que llevan jersey de pico de perlé y zapatos de rejilla. Yo creo que sabe perfectamente que el truco de tratar con la tercera edad (gay, hetero, marciana o de Villaviciosa de Odón) es escuchar.
-La mitad de las veces –confiesa- no entiendo qué me dicen. Si me cuentan algo y se ríen, me río yo también. Si me ponen cara seria yo digo que ja que natürlich y a otra cosa –suspira- así es la vida.
Le llama alguien y se aleja abrazado a su bandeja.
Ilustración: Un participante del desfile de la Regenbogen Parade vienesa de 2010
2 comentarios:
Nada que ver con este post. Pero el otro día ví tu programa de Viajeros. Muy bien!!!!!!!
Te toco lo más frívolo.Yo también salí en uno de estos programas, tiene gracia verse en la tele.
¿Saliste en la tele? ¿Cuando? ¿Se puede ver le progrma por internet? Siempre hace gracia ver el na tele a alguien que conoces, aunque sea blogueramente.
Por cierto, te van los sitios de marcha joven ¿no? XD
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